martes, 31 de mayo de 2016

Lo que parece el fin.

Me he vuelto a perder. No encabezo la cola de los que no tienen rumbo, tampoco la finalizo.
Hay cosas que no están hechas para todo el mundo, por mucho que nos empeñemos. Tal vez lo mío no sea seguir los pasos de nadie, tal vez tenga que hacer mi propio camino para encontrarme. ¿Quién dice que después del instituto tenga que ir la universidad? ¿Quién dice que para ser alguien tengas que seguir como un borrego lo que hacen los demás? Ese es el problema de la sociedad. Te marca unos parámetros que no están adaptados a todo el mundo, unos parámetros que muchas veces te hacen más infeliz de lo que ya eras.
Hubo una época en la que muy a menudo decía que era rara, de hecho, lo era. No me consideraba igual al resto del mundo, ideas propias, pensamientos que surgían por razones específicas. La visión estipulada del mundo no era suficiente para mi, ¿en qué punto del camino me dejé a mi misma? ¿Desde cuando me limito a hacer lo que todos creen que debo hacer?
Puede que no necesite más relleno para la vida, puede que ya haya vivido la experiencia el suficiente tiempo para saber que no es lo mío, que no ha ido bien. ¿No será una señal del destino la que me esté diciendo que debo seguir por otro lado? ¿No me ha ido ya demasiado mal como para continuar empeñada en algo que no es lo que me llena? Puede que este sea el comienzo y el fin de mi vida universitaria, y no por falta de capacidad,sino por falta de ambición. Quizá sea verdad que no estoy hecha para seguir patrones, este sería el momento de empezar a cortar el mío propio.